En México, el etiquetado frontal de alimentos, además de señalar si un producto es excesivo en calorías, así como libre de azúcares, grasas saturadas y grasas trans, también incluyen leyendas de advertencia indicando si un producto contiene edulcorantes distintos a azúcares (artificiales, no calóricos o calóricos) o cafeína. Las etiquetas usadas en México para edulcorantes distintos al azúcar y para la cafeína son las primeras de su tipo y están destinadas a reducir el consumo de productos con estos aditivos, particularmente entre los niños. [1 2]
Los datos sugieren que el consumo de edulcorantes distintos al azúcar puede afectar las preferencias de los niños para alimentos y bebidas dulces, lo que puede persistir en la edad adulta y puede conducir a una mayor ingesta de azúcar [3 4].
Aunque la evidencia sobre los efectos en la salud de los edulcorantes no nutritivos no es concluyente, algunos estudios sugieren que el consumo de edulcorantes distintos al azúcar se asocia con un mayor riesgo de síndrome metabólico y enfermedades no transmisibles, incluyendo enfermedades cardiovasculares [5-7].
Múltiples estudios han encontrado que el consumo de bebidas endulzadas artificialmente se asocia con un mayor riesgo de enfermedades no transmisibles, como enfermedades coronarias, y con mortalidad por cualquier causa [8]. Un estudio realizado en más de 450.000 adultos encontró que el mayor consumo de refrescos (más de 225 ml por día, o aproximadamente un vaso), incluyendo los refrescos endulzados artificialmente, está asociado con un mayor riesgo de muerte por cualquier causa [8].